Con los años, el gel del interior del ojo o “gel vítreo”, se va licuando como efecto del envejecimiento, provocando en los pacientes las conocidas sombras móviles conocidas como “moscas volantes” , que tantas consultas oftalmológicas provocan.

Al licuarse el gel, se desprende en muchas ocasiones parcial o completamente, de la retina a la que está anclado, pudiendo originar un desprendimiento de retina que termina en cirugía.

Pero a veces, permanece adherido a un punto en el centro de la retina llamado mácula, que es la zona más importante para una visión de calidad, y origina la llamada adhesión vitreomacular sintomática, causando tracción  de esta zona y pudiendo incluso en estadios avanzados originar un agujero  en la misma.

La adhesión vitreomacular es un trastorno crónico, que de no tratarse, puede originar disminución de agudeza visual y/o distorsión de la misma, siendo frecuentes las llamadas “metamorfopsias” o ver imagenes deformadas y ” fotopsias”  o sensación de destellos.

Clásicamente y como tratamiento con más indice de éxitos, se encuentra la cirugía,no existiendo hasta hace poco ninguna otra alternativa.

Hoy en día está comercializada la “Ocriplasmina”, o  forma recombinante de una proteina humana(la plasmina ),que mediante una única inyección intravitrea origina una disolución de la base del vitreo y en concreto de las fibras que originan la tracción, consiguiendose en un 55% según los últimos estudios una separación del gel vitreo de la mácula sin necesidad de cirugía.

Si bien, la cirugía obtiene hoy en día el 90% de éxito frente a un 50-55% respecto a la Ocriplasmina, hay que considerar esta última como aternativa a la primera en determinados casos como agujeros maculares pequeños y/o tracciones vitreomaculares focales,ya que en estos casos puede hacer que el paciente mejore la calidad y cantidad de su visión sin la necesidad de  someterse a una operación.